Tenemos que crear a toda costa un fuerte movimiento internacional de la mujer sobre una base teórica clara – dijo Lenin. Sin teoría marxista no puede haber una buena acción práctica, esto es evidente. Los comunistas necesitamos también una gran claridad de principios sobre esta cuestión. Tenemos que distinguirnos nítidamente de todos los demás partidos.

Clara Zetkin

Reflexiones de una compañera estresada

Todos los años hay fechas en el calendario que son inamovibles, inquebrantables, de alguna manera sagradas para cualquier organización o movimiento social de izquierdas. Si os preguntara en torno a qué fechas estructuráis, de manera más o menos consciente, la actividad de vuestra organización a nivel anual casi todas me diríais lo mismo: el 25 de noviembre, el 8 de marzo, el 14 de abril y el 1 de mayo. De alguna manera, se han convertido en el «quedamos donde siempre a la hora de siempre» de los sábados por la tarde con tu grupo de colegas.

Ahora se acerca el 25N y comienza el ritual: elegir lema para el cartel (hecho), escribir manifiesto (¿quién se encarga?), hay que pintar la pancarta (¿sacamos doodle?). Y así se conforma una lista interminable con las mismas tareas que todos los años para las mismas fechas que a veces se reparte mejor y todo fluye y otras parece que nada vaya a salir bien. Son momentos en los que se suceden un montón de emociones: la ilusión se mezcla con el estrés, la frustración se compensa con la emoción del momento y los lloros con los abrazos.

Con el paso del tiempo lo que fue el gran logro de su momento: conseguir que haya fechas fijadas donde ciertos temas tengan la importancia y la atención que se merecen, bien sea el Día de los Trabajadores o el Día de la Mujer Trabajadora; ahora este sistema les ha dado la vuelta para marcarnos la agenda de manera que es muy difícil salirte del papel, el esfuerzo y el trabajo que conlleva la preparación de esas jornadas de lucha y que dificulta en gran manera el desarrollo del trabajo concreto y original para las problemáticas de cada momento determinado.

La cuestión de la mujer: un largo camino todavía por recorrer

Actualmente, igual que ha ocurrido en otros momentos históricos, la cuestión de la mujer y la lucha concreta hacia las mujeres trabajadoras se ha convertido en un eje principal que deslinda campos entre organizaciones. El auge del movimiento feminista y su impulso y posterior cooptación por parte de las instituciones burguesas y algunos partidos que las representan ha prendido la mecha en la radicalización de algunas posturas en torno a ello. Desde las posiciones más reaccionarias de algunas organizaciones que se hacen llamar comunistas —junto con la ola de reacción que se ha dado en la sociedad— hasta los movimientos sociales, espacios y organizaciones donde se han desarrollado distintas corrientes que se alejan de la lucha de la mujer obrera: un feminismo trasversal y/o institucionalizado, un feminismo tránsfobo y biologicista, un feminismo que mezcla teorías utópicas con terminología marxista, etc. 

Como ocurre con otros muchos temas importantes, hay un abanico inmenso de diferentes planteamientos para abarcar esta lucha; algunos son directamente inaceptables, pero hay otros muchos que, pareciendo que parten de la misma base y se diferencian en la táctica, realmente sólo lo son en apariencia y carecen de la profundidad que cualquier planteamiento teórico-práctico a largo tiempo y con un horizonte revolucionario necesita. ¿Cómo ha evolucionado la familia nuclear y qué papel tiene actualmente? ¿Cuál es la situación de las mujeres trabajadoras en el marco del análisis de los movimientos de masas? ¿Cómo ha afectado la institucionalización del movimiento feminista a la lucha cotidiana? ¿Cómo podemos abordar los debates que se dieron en el seno de las organizaciones revolucionarias aplicados a la actualidad? ¿Qué implicaciones tiene el desarrollo del imperialismo en la situación de la mujer obrera? Hay un sinfín de preguntas y de análisis —de distinto calado— que todavía no han recibido, en muchos casos, la atención y el estudio que requieren.

La tensión irresoluble entre teoría y práctica

Bien se habrá podido observar que el estudio y la resolución de sólo algunas de estas cuestiones requieren de un tiempo y un esfuerzo que a menudo es imposible de conseguir en el estado vital y laboral en el que nos encontramos actualmente. A ello se suma la necesaria reflexión sobre la aplicación práctica y las implicaciones organizativas una vez determinada la cuestión teórica en cada ámbito. 

Aquí es donde llega el quid realmente jodido de la cuestión: la incesante sucesión de grandes fechas y acontecimientos a los que no podemos faltar y el trabajo militante que implica cada uno de ellos en muchos casos, como hemos dicho, nos absorbe el poco tiempo que nuestras circunstancias vitales y laborales nos dejan; por otro lado, es imposible desarrollar un análisis certero previo sin ser plenamente conscientes del contexto en el que nos movemos, lo que implica necesariamente una participación activa en el mismo pero también tener el tiempo, de nuevo, y la capacidad para abstraerse de los lugares concretos en los que participamos y poder elaborar un análisis objetivo que salte por encima de las subjetividades cotidianas de la lucha. Y, finalmente, no hay teoría que valga sino se aplica en la práctica con el fin de comprobar los aciertos y errores. Una verdadera pescadilla que se muerde la cola y que, además, se riza más el rizo si añadimos a la cuestión los debates actuales sobre la implicación y trabajo de la militancia y cómo se queman militantes.

Esta tensión no va a resolverse nunca y nos traerá dolores de cabeza y momentos de mucho estrés pero, por suerte, a lo largo del tiempo se han utilizado diversas herramientas que ayudan a la consecución de los objetivos propuestos ya que estos problemas, por muchos tweets virales que haya ahora sobre eso, no son para nada nuevos. Algunas de estas herramientas, que deberíamos de recuperar, son colectivas y otras apelan a nuestra responsabilidad individual: por un lado, hay que saber valorar lo verdaderamente importante y lo que es secundario, hacer un análisis de las fuerzas realista, saber repartir las tareas de manera equitativa atendiendo las circunstancias materiales de cada militante o compañera, etc. Por otro lado, es necesario que desarrollemos mejores mecanismos de organización y aprovechamiento del tiempo individuales, que nos convirtamos en militantes profesionales y, en ese sentido, es necesario comprender la importancia de la profesionalización en lo práctico: saber hacer las tareas con el menor esfuerzo y tiempo posible siendo realmente eficientes —ya que esto repercute en la organización o espacio en el que participamos, pero también en nuestro bienestar y tiempo—, y más en los tiempos que corren, que pensemos en lo colectivo: ¿cómo afecta a los demás y al espacio que yo no realice esta tarea?

Conclusiones

Como habréis visto, en este artículo hay muchas más preguntas que respuestas. Por desgracia, si tuviéramos ya la solución a todos estos problemas la situación del Movimiento Comunista del Estado español no estaría donde está. Sí hay una cosa clara es nuestra tarea principal, ya que nadie va a hacerlo por nosotras, resaltar nítidamente la relación indisoluble que existe entre la posición social de la mujer y la propiedad privada de los medios de producción. De esta manera se crea una línea divisoria firme e imborrable entre nuestro movimiento y el feminismo burgués, como decía Clara Zetkin.

El cómo podemos llevar a cabo de manera efectiva la organización de las mujeres trabajadoras, el aumento de su nivel de conciencia, la participación activa de las mismas no sólo en la lucha por la consecución de sus propios derechos sino también por la emancipación de la clase obrera en su conjunto es un tema a debate hoy en día donde parece que nadie ha podido sacar las mejores conclusiones, aunque hay proyectos y ejemplos realmente interesantes en todo el estado.

Así pues, es necesario, en ocasiones, tirar del freno de mano. Tenemos que ser conscientes de las diferentes cuestiones en torno a la lucha de las mujeres que todavía quedan por especificar y por comprender en profundidad. Ser capaces de estar mejor organizados nos ayudará a mantener en equilibrio esa tensión entre teoría y práctica y aprender de los aciertos y errores de nuestro entorno es una cuestión primordial ya que nunca podremos saber con certeza cuál es la posición más acertada hasta que la historia así lo demuestre.

Como decía Lise Vogel, mientras que el patriarcado primitivo consiguió encubrir, por medio de la promesa de una igualdad civil, su incapacidad de ofrecer las condiciones que hicieran posible una igualdad real, el imperialismo contemporáneo no puede hacer otro tanto. En consecuencia, el problema de los derechos de la mujer revela su filo revolucionario con mayor rapidez que en ningún momento anterior. Nos encontramos, pues, en un momento histórico donde coindicen dos realidades: la consecución de los últimos acontecimientos deja en evidencia las lagunas y carencias de las instituciones pero, al mismo tiempo, la propaganda capitalista junto con la autopropaganda de la socialdemocracia encierra, de nuevo, nuestro discurso.

Participar en los espacios feministas —que, atendiendo a sus características sean favorables a objetivos revolucionarios— y estudiar de manera adecuada la cuestión de la mujer es crucial a la hora de encauzar por el camino correcto la lucha y que todo el esfuerzo no haya sido en vano.

 

Mafalda Libertad