El Primero de Mayo no es un día festivo, sino una jornada de lucha, puesto que no tenemos nada que celebrar. Sin embargo, es evidente que la mayor parte de las organizaciones que se movilizan en estas fechas lo hacen en clave folclórica y no van más allá de reivindicaciones económicas cuanto menos abstractas. La asistencia a las manifestaciones suele ir a menos años tras año. La razón hay que buscarla en el desplome de la socialdemocracia por un lado y la ausencia de un movimiento de masas revolucionario por otro.
Este año, en Murcia, la manifestación tradicional fue convocada a las 11:00 AM. Media hora antes de comenzar, a un policía le pareció una buena idea intentar quitar una mesa con materiales de agitación y propaganda comunistas, sin tener para ello ninguna justificación legal alguna. Ante la sosegada respuesta de los ahí presentes, el miembro de las fuerzas represivas tuvo que abandonar el lugar sin haber conseguido su objetivo. “No le habrá gustado la cara de Lenin en la portada del libro”, ironizaba una de las personas que presenció aquel pequeño incidente.
El resto de la manifestación transcurrió con normalidad. Al final de la marcha, como de costumbre, se posicionaban varios bloques críticos compuestos por comunistas y sindicatos anarquistas. En esta ocasión, la reivindicación política principal de los portadores de las banderas rojas era el internacionalismo. En los tiempos que corren, la consigna “ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases” adquiere una relevancia especial. Por ello, no faltaron las denuncias a la OTAN, llamándola por su nombre, una organización criminal; así como los vítores al pueblo palestino y saharaui.
Al bloque antiimperialista también se unieron varias trabajadoras del hogar. Al cántico tradicional “no estamos todas, faltan las presas” se añadió uno más: “no estamos todas, faltan las internas”. Digna mención a un colectivo que, como tantos por sus circunstancias, tiene dificultades para acudir a una manifestación a media mañana, aún si ésta transcurre un domingo. Por no hablar de que se trata de un sector altamente feminizado, compuesto en gran parte por mano de obra migrante. Ya sabemos la precariedad que conlleva la conjunción de estos factores. ¿A quién le puede sorprender que entre todos los bloques esas trabajadoras decidieran unirse precisamente al antiimperialista? ¿Acaso no es lo más lógico?
Al terminar la manifestación, frente al Puente de los Peligros, se encendieron unas bengalas rojas al grito de “qué viva la lucha de la clase obrera”. Posteriormente la multitud se dividió entre el jardín de Floridablanca y el Malecón. Muchos son quienes sólo salen a la calle el 1 de Mayo y, si acaso, algún día señalado más. Aún son pocas las personas que se dejan la piel todos los días y no se conforman con rituales puntuales, las que quieren cambiarlo todo, incluido el carácter del Día del Trabajador. Profesionalizar y mejorar la agitación y propaganda por los intereses del proletariado es una tarea urgente.
Por nuestra parte, como medio al servicio del pueblo trabajador, debemos ser capaces de contrarrestar, no sólo los cantos de sirena de la socialdemocracia y el sindicalismo amarillo, sino también la intoxicación mediática al servicio de las clases dominantes. Estamos aprendiendo y creciendo, con la disposición de arrancar de las garras del reformismo e inmovilismo a cada obrero y obrera consciente. Estamos trabajando en ello incansablemente.
Vera Zasulich